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lunes, 4 de noviembre de 2013

El Descendimiento de Marco Pérez brilló en la JMJ 2011 de Madrid. Ignacio Blanco Romero

El Descendimiento de Marco Pérez brilló en la JMJ 2011 de Madrid. 
Ignacio Blanco Romero

Artículo publicado en la revista La Columna de la Venerable Hermandad de Nuestro Padre Jesús Amarrado a la Columna.

JMJ Madrid 2011

Parecía que el día nunca iba a llegar. Desde febrero de 2010, los conquenses estábamos muy felices de saber que tendríamos representación en el Vía Crucis que se iba a celebrar en el verano de 2011. Pero la fecha se acercaba y llegó el agosto del Papa en España, junto a millón y medio de jóvenes de todo el mundo y una importante representación de la imaginería española.

Durante los días previos se respiraba un ambiente difícil de describir. Cientos de personas por las calles, cantando y disfrutando de las Jornadas Mundiales de la Juventud con mucha alegría. En diferentes edificios y templos de la capital, se albergaban diferentes pasos llegados de varios puntos de la geografía española.
Nuestro paso, nuestro Descendimiento, nuestro Santísimo Cristo de la Salud descansaba desde el martes en el Ayuntamiento, antiguo edificio de correos, junto a otros pasos tan importantes como la Piedad vallisoletana, la Santa Cena murciana o la Crucifixión zamorana.

Llegó el gran día: el 19 de agosto de 2011. Durante la noche anterior, Madrid se había convertido en una ciudad procesional debido a los numerosos traslados realizados por las diferentes cofradías.
A las siete de la mañana, los banceros del Cristo de la Salud entraban en el Ayuntamiento. Tras colocar los banzos, pasó delante de nuestra Imagen la Crucifixión portada sobre sus costaleros, los cuales pudieron salir del edificio sin mucha dificultad. Era el turno de los banceros, quienes sacaron el paso a ras del suelo y con gran esfuerzo, lo levantaron hasta posarlo sobre sus hombros. Una vez recibieron las horquillas, comenzó a sonar el llanto conquense en la fresca mañana madrileña. Y es que en Cuenca las horquillas son un llanto: unas veces de alegría, otras de tristeza. Ése es el sonido conquense, el eco de las horquillas acompasadas rebotando entre las estrechas callejuelas del casco histórico.
Tras el corto recorrido que nos separaba de Recoletos, se depositó nuestro paso en su altar, quizás un poco empequeñecido al situarse sobre el suelo (recordemos que el resto de pasos a excepción de la Cena iban sobre tronos, los cuales tienen más altura).


El resto del día fue un ir y venir de madrileños, peregrinos, visitantes y nazarenos pasando ante los quince pasos que se hallaban expuestos en el Paseo de Recoletos. Cientos de fotografías rememoraban el día y eran muchos los comentarios de admiración ante El Descendimiento.

A las siete de la tarde, pasaba el Santo Padre con el papamóvil ante los pasos, comenzando el Vía Crucis una vez alcanzó el altar situado en la Plaza Cibeles.
La cruz de los jóvenes, desfiló portada por cristianos de todas partes del mundo entre paso y paso, leyéndose una pequeña meditación una vez se paraba ante cada Imagen.
El trayecto entre cada altar era amenizado por la música que se interpretaba. Tras la lectura de la palabra ante el Cristo de Mena, los jóvenes levantaron la cruz y avanzaron hacia El Descendimiento. En ese momento no hubo música, sino el fúnebre redoble de un tambor, el cual iba acelerando según se acercaba la cruz a nuestro paso.
Una vez se detuvo ante Él, se leyeron unas emotivas palabras reflexionando sobre el momento representado: el Descendimiento de la cruz.
Es difícil explicar la emoción vivida en ese momento, cuando todas las miradas estaban puestas en la inmejorable obra de nuestro Luis Marco. Una anécdota cuenta que en esos precisos instantes, en Cuenca, la gente que se encontraba en “La Churre” siguiendo la retransmisión en directo se quedó en silencio, arrancando a aplaudir justo al finalizar la lectura de la palabra. Es lógico. Todo el mundo pudo ver un paso del Viernes Santo de las tres procesiones, un paso de Marco Pérez, un paso de la Semana Santa de Cuenca.

Tras el emotivo Vía Crucis, el Santo Padre volvió a pasar delante de todas las imágenes. Quedaba el acto más esperado por los nazarenos: el cortejo por las calles de Madrid.
La sevillana Virgen de Regla partió hacia su templo de acogida, aunque debido a diferentes circunstancias, el resto del magno desfile con los demás pasos no partió hasta dos horas después de lo acordado.

Una vez comenzó, fueron pasando ante nosotros todas las cofradías que se bajaban desde el final del paseo de Recoletos. Pudimos ver el desfile de la Santa Cena de Murcia, realizada por Francisco Salzillo Alcaraz en 1763, la cual iba acompañada por un ronco tambor que recordaba al redoble de la turba conquense. Era llevada a hombros por tan sólo 28 portadores, y la mesa iba adornada con bello candelabros y frutas.



Partía después un espectacular desfile por parte de la cofradía malagueña de El Prendimiento, cuyos portadores llevaban el paso a hombros salvo en algunos momentos en el que lo alzaban a hombros. Las tallas realizadas por Antonio Castillo Lastrucci en 1961, a pesar de no resultar del gusto de muchos de los conquenses allí presentes, llevaban unos ropajes bordados en oro y un trono plateado que hacían del conjunto algo espectacular, sobrepasando los 4000 kilos.
En el primer plano de la escena Judas besa a Jesús mientras San Juan tras ellos y arrodillado, eleva su mirada al cielo. En segundo plano tenemos dos escenas laterales: en una, San Pedro va a cortar la oreja de Malco, mientras en la otra vemos a un soldado interrogando a Santiago. Cierra el conjunto un olivo de enormes dimensiones.

Seguía el paso de Orihuela de la Negación de San Pedro, de nuestro querido Federico Coullaut Valera. Sobre un impresionante trono dorado y lleno de detalles, veíamos las tallas de los sayones llevando a Jesús hacia el pretorio, mientras Pedro le niega. Por desgracia, éste era uno de los muchos pasos que desfilaba sobre ruedas impulsadas por un motor, lo cual lo priva de la belleza del desfile a hombro o costal.


También llegaba sobre ruedas el desmesurado trono del Jesús de Medinaceli madrileño, una talla anónima del S. XVII, y es que la devoción que suscita esta Imagen se incrementa al verlo sobre un conjunto que llega a pesar los 3000 kilos.















A continuación le tocaba el turno a otro paso madrileño: el Jesús del Gran Poder, realizado en 1942 por José R. Fernández Andes a imitación del original de Sevilla y el cual es portado por 36 costaleros.















Desde Úbeda (Jaén) venía el Cristo Caído, tallado por Mariano Benlliure y Gil en 1942. Una bella Imagen de estilo Barroco Hispalense que muestra a Jesús en una de sus caídas camino del Calvario. El impresionante trono también iba sobre ruedas.



En el año de su cuarto centenario, participaba en el desfile el Jesús Nazareno de León, una Imagen de gran devoción que era llevada a hombros por 94 portadores, sobre un trono decorado con frutas y flores.
La Imagen de Jesús es una talla de vestir neobarroca del S. XVII y está atribuida a Pedro de la Cuadra, a la que se le añadió un Cirineo de Víctor de los Ríos (autor de nuestro Cristo del Largo Padecer) en 1946. 



La Verónica enjugando el rostro de Jesús, estaba representada por Nuestro Padre Jesús de las Misericordias de Jerez de la Frontera, tallado por Francisco Pinto en 1976. A los pies del Nazareno, una bella Verónica muestra arrodillada el paño en el que se ve la cara del Señor. Los costaleros eran 35, portando un barroco trono en color caoba lleno de detalles, semejante a varias andas de los pasos conquenses.


Manuel Ramos Corona realizó en 1989 un misterio de estilo barroco andaluz, muy bello e interesante: Jesús despojado de sus vestiduras. Dos sayones quitan los ropajes de Jesús, mientras Simón de Cirene deja la cruz, un soldado romano lleva en su mano la sentencia de muerte y otro le impide el paso a una bellísima María Magdalena, que mira la escena entre llantos. El paso iba sobre un trono barroco portado por 48 costaleros.


De estilo Barroco cartujano llegaba la preciosa Imagen de la Crucifixión de Ramón Álvarez Prieto, realizada en 1884 para la ciudad de Zamora. Mientras que las anatomías están talladas en madera, los ropajes se realizaron con lino encolado, lo cual los dota de un gran verismo. En la escena, los sayones clavan a Jesús en la cruz bajo la mirada de María, Juan y la Magdalena. Un soldado presenta la escena señalándola, mientras mira junto a uno de los sayones a una supuesta tercera persona, la cual les estaría dando las órdenes. Es de resaltar la imagen del Cristo la cual pasa desapercibida al estar en un plano casi horizontal, como también es reseñable la talla de la Virgen, llena de dramatismo y con un bello tratamiento de los ropajes.
Sus costaleros alzaron el paso y la banda de música que les acompañaba comenzó a interpretar la “Marcha fúnebre de Thalberg”, himno indiscutible de la Semana Santa zamorana.

Espectacular a su paso el Santísimo Cristo de la Buena Muerte y Ánimas, talla realizada por Francisco Palma Burgos para sustituir a la desaparecida Imagen de Pedro de Mena. A los pies del imponente crucificado, una María Magdalena arrodillada y también de grandes dimensiones, sobre un enorme trono portado a hombros por 240 cofrades. Tras la Imagen acompañaba una gran representación de la legión, interpretando y cantando “El novio de la muerte”, lo que provocaba más aplausos que ningún otro paso de los que habían desfilado hasta el momento.

Llegó el turno de los conquenses, los cuales sacaron el paso del altar a brazo para colocarlo en medio del recorrido sobre las borriquetas y así poder colocar los banzos y las almohadillas, algo que no pudo hacerse antes debido al poco espacio dentro del recinto. Al llevárselo sus banceros sobre sus hombros, comenzaron a sonar horquillas, aplausos y gritos de “¡Viva Cuenca!”. Tras la Imagen del Santísimo Cristo de la Salud, obra de Luis Marco Pérez, la Banda de las Mesas comenzó a interpretar “Bautizando a Jesús”, composición de su director Fernando Ugeda.








Tras El Descendimiento iban sobre ruedas La Piedad de Valladolid y el Cristo Yacente de Segovia, ambas del maestro Gregorio Fernández en el Siglo XVII. Dado que nuestro Luis Marco Pérez admiraba al maestro del Barroco castellano, sus Imágenes de 1945 resultaban muy parecidas a las que le seguían en el desfile, si bien es cierto que en el caso del conquense también tenemos influencias de la escultura clásica y renacentista.




Volviendo a nuestro paso, el cual se giró ante La Piedad vallisoletana, continuó hasta Cibeles en dirección a Sol desfilando lentamente. El Cristo de la Salud era llevado por sus banceros con tanto mimo, que el sudario apenas se movía durante el recorrido.
La Banda de las Mesas no pudo elegir un mejor repertorio, con las marchas que le gustan a los hermanos del Descendimiento alternadas con marchas típicas de nuestros desfiles: “Caridad del Guadalquivir”, “La Saeta”, “El Evangelista”, “Por tu cara de pena”, la mítica e inigualable “San Juan”, “Nuestro Padre Jesús”, “Mater Mea”…

El público que se agolpaba en las aceras aplaudía constantemente ante el avance de la Imagen, se repetían los vítores hacia Cuenca y muchos preguntaban sobre la procedencia de un paso tan bello. Otros, se lamentaban de que unas tallas tan bellas pasaran desapercibidas entre los enormes tronos que nos precedían.
Una vez en Sol, el desfile se dividió para que cada cofradía regresara a su lugar de procedencia. Bajando en dirección a Neptuno, nuestro paso continuó desfilando sobriamente hasta donde esperaba el camión góndola que lo llevaría de regreso a Cuenca. Cerca del final la banda de Las Mesas quiso despedirse interpretando de nuevo “Caridad del Guadalquivir”, para que los banceros y hermanos pudiesen disfrutar de los últimos instantes del desfile.

Nuestro desfile, el cual empezó cerca de las dos de la madrugada, finalizaba sobre las cinco menos veinte. Pero no todo había terminado, ya que tras un viaje de regreso que sirvió para descansar un poco, nuestra Imagen llegó a Cuenca a las 10 de la mañana, entrando en San Esteban y quedando de nuevo ubicada en su humilde rincón. El Descendimiento vuelve a permanecer allí, siendo testigo de las constantes visitas y oraciones de sus hermanos y a la espera del día previo al miércoles de ceniza, en el que volverá a salir de él para que la iglesia de San Esteban nos recuerde que se aproxima una nueva Semana Santa.


Vídeos del Descendimiento en la JMJ 2011 de Madrid



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