martes, 22 de octubre de 2013

La Oración en el Huerto Impresiones sobre el conjunto de Marco Pérez. Ignacio Blanco Romero

La Oración en el Huerto

Impresiones sobre el conjunto de Marco Pérez

El Paso de Jesús Orando en el Huerto es uno de los que posee mayor belleza y envergadura de cuantos componen nuestros desfiles procesionales. El misterio central fue uno de los primeros Pasos realizados por Luis Marco Pérez tras la guerra civil, desfilando en la Semana Santa de 1941. No es mi intención realizar un serio análisis artístico del conjunto escultórico, sino simplemente escribir algunas observaciones y detalles sobre nuestro Paso.

El grupo escultórico fue encargado a Luis Marco Pérez por la hermandad y la Junta de Hermandades para que constase de las cinco figuras que hoy tiene: Jesús, el ángel y los tres apóstoles, desfilando las dos primeras figuras ese mismo año y posponiéndose la entrega de los apóstoles para el año siguiente. Por motivos económicos, los apóstoles no se añadirían al grupo hasta 1954. El misterio está tallado en madera de pino y la policromía es obra de Enrique Gimeno Monrabal, quien se encargó de policromar gran parte de las tallas de Marco.



La figura de Jesús es la principal, reflejando el momento en el que cae al suelo y muestra gran sufrimiento debido a la visión de su pasión.
En otros misterios vemos a Jesús resignado, tranquilizado a pesar de que conoce lo que va a acontecerle. Ejemplos de ello son el Paso anterior a 1936 de Mariano Moreno, el realizado por Coullaut-Valera en 1967, o el realizado por el propio Marco Pérez para Ciudad Real inspirado en el grupo realizado por Salzillo en 1752.






En el caso de nuestro Paso vemos a un Jesús en el momento de dolor y agonía, lo cual contrasta con los misterios mencionados, donde le vemos ya aceptando su destino. El rostro guarda las facciones que Luis Marco imprimía a sus Cristos y es muy semejante al Jesús del Paso del Beso de Judas. Esta similitud se aprecia si observamos la forma en que están tallados el pelo y la barba: pelo menos abultado que en otros Cristos y barba más lisa, con menor cantidad de bucles. La diferencia en este aspecto es notable si se compara con las barbas del Jesús de las Seis o los Cristos de los Espejos, del Descendimiento o el Yacente, por poner algunos ejemplos.



El ángel resulta una talla muy interesante, respondiendo a la iconografía típica de seres asexuados, los cuales tienen rasgos masculinos y femeninos. Su rostro es de una gran belleza al más puro estilo clásico: belleza, serenidad… Incluso el pelo termina en unos rizos reminiscentes de la escultura griega. Esta figura presenta un cabello similar a San Juan Evangelista, realizado también en el mismo año y con clara influencia de la escultura clásica.



Ambas figuras están policromadas, encarnadas y estofadas, algo propio de la escultura religiosa. El estofado consiste en dorar la figura y añadir después la policromía, levantando el color en las partes deseadas para que se vea el oro. En el caso de Jesús el estofado es discreto, ya que sólo se ha realizado dibujando motivos florales en ciertas partes como el cuello y el bajo de la túnica. También se ha realizado en el cabello y la barba, dejando ver unos ligeros matices dorados bajo el oscuro color del pelo.

La túnica de Jesús es de color azul, diferente al morado que lleva en el Paso del Beso de Judas. Esto puede deberse a que se haya perdido la policromía original por los repintes mal llamados “restauraciones” y tan poco adecuados que se realizaban hace unos años. El ángel además de tener el cabello con los matices ya mencionados, lleva adornos de formas vegetales distribuidos por toda la túnica, de color amarillo anaranjado. Así el oro queda muy integrado con la túnica en general a diferencia de la túnica de Jesús, donde resalta sobre el color azul para realzar los adornos.

Durante los primeros doce años, el Paso se completaba con un olivo natural tras las dos imágenes protagonistas. En 1954 Marco Pérez completa el misterio con las figuras de los apóstoles Juan, Pedro y Santiago. Como ya se ha mencionado, este retraso fue debido a que no se llegó a un acuerdo económico con el escultor, por lo que no se completaría hasta el año reflejado. En la etapa de los años 50 el escultor ya alcanzado su máxima madurez, encontrándose en su etapa de mayor perfección. De este modo, completa el misterio con los tres apóstoles cerrando el Paso y creando una composición perfecta para ser vista desde cualquier ángulo. En los laterales tenemos a los hijos de Zebedeo, Santiago y Juan. Sueño profundo y plácido de un Juan joven y duermevela de un hombre de mediana edad tal y como representa a Santiago. En la parte de atrás y entre los dos apóstoles dispone a un Pedro viejo y dando cabezadas. Tres hombres en etapas diferentes de la vida representados en unas tallas que visten túnicas y mantos muy del gusto del autor, de gran bulto y llenas de pliegues angulosos.



Las posiciones de los discípulos recuerdan al misterio de Salzillo mencionado anteriormente. La policromía resulta de unos colores menos vivos que en las dos figuras originales. Puede que se realizase a propósito para dejar protagonismo a la escena principal.

El estofado en este caso se limita a dibujar pequeñas líneas o círculos tanto en túnicas como en mantos. En las partes vueltas de los ropajes, el oro se ha dejado descubierto.
Actualmente el Paso desfila sobre las andas realizadas en 1954 por el taller de Apolonio Pérez Llandres, adornadas con forja elaborada por Victoriano Carbonero Perpiñán en 1981. Se completa el grupo con un tronco de olivo al que se le añaden cientos de ramas traídas de “El quinto”, resultando más voluminoso y ganando peso.
Es una maravilla para conquenses y foráneos ver desfilar al Huerto de San Esteban cada noche de Miércoles Santo, con el rítmico bamboleo que los banceros le transfieren al Paso y las ramas de olivo y escuchando el golpear de sus horquillas contra el suelo.


Ignacio Blanco Romero

Revista Getsemaní nº 1. Marzo de 2011.


1 comentario:

  1. Este artículo fue escrito a principios de 2012. Hace poco me comentaron que la policromía original de la túnica de Jesús no se ha perdido, sino que se sigue conservando intacta bajo la actual. El color original es un morado berenjena, similar a la del Jesús del Paso del Beso de Judas.

    Ignacio Blanco Romero

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